Anestesista experimentado, James Turner '69 viajó anualmente a Guatemala con un equipo quirúrgico de voluntarios durante 20 años para ayudar a quienes carecían de acceso a un tratamiento médico adecuado.
Al principio, Turner estudió ingeniería en la Universidad de Michigan, inspirado por su padre. Sin embargo, tras conseguir un trabajo en el departamento de bioingeniería, empezó a interesarse por la ingeniería biomédica. Eso le llevó a convertirse en especialista en cuidados intensivos, haciendo la residencia en anestesia.
Como anestesista en activo, Turner quería crearse un estilo de vida sano y completo. Empezó a pintar y a trabajar como voluntario en misiones médicas en 1998. "Al principio sustituí a un anestesista que no podía ir a una misión durante un año y yo sólo iba a ir temporalmente, pero me gustó tanto que quise volver", cuenta Turner. El equipo de 40-50 profesionales médicos iba a Guatemala durante dos semanas cada año. Viajaban a pueblos pequeños que no tenían hospitales y prestaban servicios médicos gratuitos. Hasta que las restricciones del gobierno hicieron necesario servir de otra manera.
En 2009, Turner se enteró de que un hospital del lago Atipa (Guatemala) había quedado destruido por un alud de lodo y necesitaba desesperadamente voluntarios y donaciones. Turner se coordinó con un hospital local de Estados Unidos para donar viejos equipos de anestesia que normalmente se devolverían al fabricante, lo que supuso una importante mejora para el hospital guatemalteco. Durante los 10 años siguientes viajó con un grupo de unas 25 personas al hospital para ofrecer su tiempo y experiencia.
"Lo que me pareció más gratificante fue que cuando empiezas con algo donde no tienes nada, añades un poco, y eso desencadena toda esta cascada de otras personas que se implican", dijo Turner.
Sus viajes también inspiraron a sus hijos, que fueron con él al menos una vez para que pudieran ver la diferencia que estaba marcando. Su hijo mediano, que ahora tiene 33 años, se sintió tan inspirado por el viaje misionero que volvió los 9 años siguientes y se hizo cirujano.
En 2018, Turner se retiró de su profesión y de sus viajes misioneros anuales. "La razón no fue que no quisiera volver", dijo Turner. "Lo que hago es lo suficientemente intenso como para que si no estoy practicando regularmente no me sentía capaz de hacerlo bien".
"Crecí siendo blanca y privilegiada y creo que tenía una visión del mundo muy limitada por no haber tenido una experiencia multicultural", dice Turner. "Cuando empecé a hacer misiones y a trabajar en una cultura española pobre, fue más que una pequeña educación. Amplió mi visión del mundo y me mostró cómo hay una dignidad y un valor reales en las personas que no tienen mucho dinero ni son privilegiadas como yo".
A los actuales estudiantes de Minnetonka, Turner les aconseja que encuentren tiempo para ser voluntarios. "Las recompensas del voluntariado superan con creces los gastos", dijo Turner. "Busca una forma de entregarte y serás recompensado diez veces".