Cuando Robin Phillips empezó en la Facultad de Derecho de la Universidad Northwestern, sabía que quería servir al bien común. Después de un verano trabajando en una organización de asistencia jurídica en un momento de recortes extremos de fondos y posibilidades limitadas de empleo, Robin se dio cuenta de que no era una opción práctica para su primer trabajo. Decidió dedicarse a la práctica privada y trabajar como voluntaria para organizaciones de interés público.
Como abogada, Robin trabajó para el bufete Briggs and Morgan. Fiel a su pasión, dedicó su tiempo y talento a organizaciones como Southern Minnesota Regional Legal Services, Minnesota AIDS Project y The Advocates for Human Rights. No tardó en darse cuenta de que eso no era suficiente.
Tras siete años, Robin dejó el bufete y asumió el cargo de Directora del Programa de Derechos Humanos de la Mujer en The Advocates for Human Rights. En este puesto, sus habilidades y su pasión se fusionaron.
"Creo que todos tenemos la responsabilidad de hacer del mundo un lugar mejor que el que encontramos", explica Robin. "Con nuestro trabajo por los derechos humanos de las mujeres, mejoramos las leyes y el funcionamiento del sistema legal para proteger a las mujeres contra la violencia en países de todo el mundo y aquí en casa".
En 2002, Robin fue ascendida a Directora Ejecutiva. En este puesto, supervisa todos los programas de The Advocates, incluida una escuela en Nepal para niños pobres que, de otro modo, trabajarían como mano de obra infantil. Una de las niñas de la primera clase le contó a Robin que deseaba desesperadamente ser la primera de su familia en ir a la escuela. Sus padres y sus cinco hermanas mayores trabajaban en el campo. La niña suplicó, pero sus padres no querían que fuera. Finalmente, sus hermanas ayudaron a convencer a sus padres de que la enviaran a la escuela. Ahora va a la universidad y tiene un mundo de posibilidades por delante. Cuando le preguntaron cómo había cambiado su educación a su familia, la niña dijo: "ahora todas mis hermanas envían a sus hijas a la escuela".
"Me entusiasma ofrecer oportunidades para que la gente participe en el trabajo por los derechos humanos. Mejora la vida de quienes reciben los servicios y de quienes se ofrecen como voluntarios". Por ejemplo, en otro programa, The Advocates cuenta con más de 400 abogados voluntarios que llevan casos de solicitantes de asilo indigentes. No sólo prestan servicios jurídicos de alta calidad que salvan vidas, sino que muchos dicen que ese trabajo es el más satisfactorio que han hecho nunca.
Cuando Robin reflexiona sobre su paso por el instituto de Minnetonka, no destaca ninguna experiencia en particular. Más bien, lo que más le impactó fue la cultura general de éxito.
"Los profesores se reunieron con los estudiantes donde estaban y nos ayudaron a alcanzar nuestros objetivos. Estoy muy agradecida por sentirme apoyada y valorada por todo el personal, no sólo por los profesores. Nos trataban como si el éxito fuera la única opción", reflexiona Robin.
En cuanto a los recién licenciados, su consejo es sencillo: "Sigue tu pasión. Ama lo que haces y no tengas miedo de seguir a donde te lleve la vida. A veces acabamos en lugares maravillosos que nunca soñamos que fueran posibles".