Galardonados

Como él mismo reconoce, Steve Comer no era un lanzador potente y lanzallamas. Aun así, tuvo mucho éxito como titular durante cuatro años en la Universidad de Minnesota y durante una carrera de seis años y 44 victorias en la Major League Baseball (MLB).

"Siempre he estado agradecido por los años que pasé como lanzador", dice, "y eso porque sentía que había rendido por encima de mis posibilidades".

Superdotado o no, Comer aprovechó al máximo su talento para convertirse en el líder de victorias de todos los tiempos de los Gophers, con 30, y cuajar tres buenas temporadas con los Texas Rangers, incluido un récord de 17-12 en 1979.

Lo que le faltaba de velocidad abrumadora, Comer lo compensaba con una bola rápida bien controlada en la parte superior de los 80 mph, un material complicado, un cambio sólido y una fuerte ética de trabajo.

"Mucha gente dice que, además de talento, se necesita mucha suerte para llegar a las grandes ligas", afirma Comer, que también fue una estrella del baloncesto en Minnetonka. "

Y aunque eso es cierto, mi padre, Ken, siempre nos enseñó a mí y a mis hermanos el mensaje de preparación, anticipación y ejecución". En otras palabras, estar preparados para aprovechar todas y cada una de las oportunidades.

Un buen ejemplo fue cuando Comer, recién salido de la MHS, se presentó a las pruebas de un equipo universitario de verano dirigido por Dick Seibert, de la Universidad de Michigan. Al darse cuenta de que sus posibilidades de triunfar como campocorto -su posición habitual- eran escasas, Comer optó rápidamente por probar como lanzador.

"No hice nada del otro mundo, me limité a lanzar strikes", recuerda. No sólo entró en el equipo, sino que, tras lanzar bien ese verano, fue reclutado por los Gophers.

Aunque no fue elegido en el draft de béisbol profesional, los Rangers se hicieron con sus servicios. Aprovechando una vez más la oportunidad, lanzó tan bien en las ligas menores que llegó a las grandes ligas en un par de temporadas.

Las lesiones llevaron a Comer a la jubilación, aunque probó a entrenar en ligas menores. Era entrenador de lanzadores del equipo AA de los Minnesota Twins cuando él y su mujer, Kathy, decidieron abandonar la vida de familia nómada del béisbol y volver al distrito de Minnetonka.

Poco después, Comer volvió a formar parte del programa de béisbol de los Skippers. Durante una etapa de cinco años en la que fue ayudante del entrenador jefe y colega Mark McKenzie, los Skippers llegaron a participar en cuatro torneos estatales. "Diría que volver a entrenar en Minnetonka fue tan satisfactorio como mis años en las ligas mayores", afirma Comer.